Benicasim es un municipio situado en la comarca de la Plana Alta, en la provincia de Castellón (Comunidad Valenciana, España). Su población actual es de casi 20.000 habitantes, aunque en periodos estivales puede triplicarse gracias a su emergente economía enfocada en el turismo.
Convirtiéndose en uno de los primeros destinos turísticos nacionales, Benicásim acoge cada verano a miles de turistas que buscan disfrutar de sus playas, sus calles, la gastronomía mediterránea y su historia.
Este pueblo cuenta con una gran trayectoria a sus espaldas, más de 1500 años de historia le aportan una notable riqueza histórica y cultural, por lo que en este artículo, desde Asmcasas, queremos contaros su historia.
Los inicios
Antes de empezar a hablar de Benicásim, tenemos que remontarnos a tiempos pasados cuando los musulmanes poblaban estas tierras y el Castillo de Montornés era uno de los feudos más importantes. Se estima que su construcción data del siglo X y que es un resquicio de los romanos que perteneció al linaje de los “Beni Qásim”, de ahí su posterior nombre Benicásim (Hijos de Qásim).
No será hasta el siglo XI, con la Reconquista cristiana, cuando Jaume I de Aragón se hace con el castillo y por consiguiente con el pueblo. Desde entonces, la Baronía de Montornés fue pasando por diferentes manos. Eran muchos los nobles y reyes que heredaban, compraban y vendían estas tierras hasta llegar a Violante de Casalduch, señora de la Baronía de Benicásim y Montornés desde el siglo XVI.
Más adelante se entregó la carta puebla en el 1603 con el propósito de repoblar las tierras con diferentes urbes a lo largo del Desierto de las Palmas, las ermitas de Santa Àgueda y de Santa Rita, La Parreta y finalmente, por la Torre de San Vicente.
Sin embargo no fue hasta el siglo XVIII cuando Don Francisco Pérez Bayer alentó el aislamiento y la constitución de lo que hoy conocemos como Benicásim, fundando la primera iglesia de Santo Tomás de Villanueva. Es en ese preciso momento cuando todos los habitantes empezarán a congregarse alrededor de esta iglesia y empezará a crecer el pueblo de forma paulatina.
Otro aspecto destacado de esta historia es la figura de Joaquín Coloma, jefe de obras del ferrocarril, quien construyó la primera villa e incitó posteriormente a influyentes y adineradas familias de Valencia a veranear a Benicásim en estas residencias. Y este se podría considerar el principio de cómo Benicásim se convirtió en un referente costero del turismo nacional, todo gracias a este personaje y la famosa Ruta de las Villas que constituían el Biarritz valenciano.
Cultura y la historia de las villas
Como hemos visto, Benicásim ya se empezaba a hacer conocido como un buen destino para disfrutar en verano, sobre todo para las familias burguesas valencianas, quienes organizaban excéntricas fiestas en las villas.
En estos eventos, las mujeres llevaban vestidos de seda de tonos blancos o pasteles, mientras que los hombres vestían con el típico chaleco y levita, pantalón y no podía faltar el sombrero. Era muy típico servir pastas y licores durante la cena y, para finalizar, una explosión de fuegos artificiales y tracas con las que cerrar el evento.
Eran tales las fiestas que se organizaban por estas zonas que la zona de las villas se dividía en tres partes según la intensidad de las mismas. La Corte Celestial (zona más tranquila desde villa Solimar hasta la villa Marina) , el Limbo y el Infierno, donde se organizaban más eventos y festividades. Este último tramo lo formaban las villas más próximas al Hotel Voramar.
Ya por aquel entonces en las terrazas y los jardines de aquellas villas se instalaban los primeros puestos de buñuelos y horchata, empezando a coger importancia dentro de la oferta gastronómica y ambulante del levante.
Más adelante durante la Guerra Civil, todas estas familias abandonaron las villas y se perdió ese ocio que tanto caracterizaba a Benicásim. Debido a que el nombre de muchas villas hacía referencia a personajes y hecho de la República, el Gobierno las incautó. Y así es como concluyó el periodo de la Belle Époque en Benicàssim.
En la década de los 50, Benicàssim volvió a resurgir entre sus cenizas y se volvió a proclamar como uno de los mejores destinos turísticos de la provincia de Castellón. De las villas aún quedan resquicios como Villa Ana, que está en proceso de restauración, Villa Elisa o Villa Victoria.
Actualidad
Es a partir de la década de los 60 cuando se empiezan a alzar construcciones desmesuradas de apartamentos en Benicásim debido a la popularidad que ganó en sus vecinos de Castellón quienes contaban con una segunda residencia. Este crecimiento desmesurado sin planificación debido a la especulación urbanística y el boom inmobiliario dio como resultado construcciones calles estrechas sin prácticamente aceras. Fue tanto, que no existía la separación entre el pueblo y las villas, todo estaba infestado de grandes y altos apartamentos.
Al no tener un terreno adaptado, sucedía que cuando había tormenta, el agua arrastraba trozos de la calzada de algunas zonas de Benicásim, por lo que se introdujeron los epígonos que a día de hoy separan las distintas playas. Unas modificaciones de las vías más tarde, se ganó un gran ancho en las aceras e incluso se creó el Paseo Marítimo. Las primeras playas que surgieron a raíz de estas modificaciones fueron Almadraba, Voramar y Torre de San Vicente.
Es obvio que Benicásim ha sufrido una gran transformación tanto en el pueblo como en su costa desde que pertenecía a tierras árabes hasta su actualidad. A día de hoy, tiene una capacidad receptora de unos 100.000 turistas y sigue siendo la ciudad favorita para veranear de muchos españoles sin duda alguna.